quinta-feira, 23 de dezembro de 2004

La discriminación sexual y el derecho

Por JAVIER PRADERA
EL PAÍS - España - 22-12-2004

El anteproyecto de ley de modificación del Código Civil aprobado el pasado 1 de octubre por el Consejo de Ministros posibilita el matrimonio entre homosexuales, removiendo de esta forma las discriminaciones en el seno de las relaciones de pareja imputables a la orientación sexual de sus miembros. La iniciativa continúa la lucha contra ese tipo de discriminación emprendida tras el restablecimiento de la democracia: el Pleno del Congreso acaba de aprobar por unanimidad una declaración condenando el sufrimiento de gays, lesbianas y transexuales que fueron sometidos a persecución penal y acoso policial bajo la dictadura franquista. Aunque los homosexuales continúan siendo objeto de la reprobación moral, la intolerancia social y el trato vejatorio de instituciones, grupos y medios de comunicación homófobos, el largo trecho recorrido en favor de sus derechos de plena ciudadanía ha sido enorme.

La oposición de la Conferencia Episcopal al anteproyecto de legalización del matrimonio homosexual se daba -como en la Bolsa- por descontada. Ese obstinado rechazo de raíz freudiana es irreductible a los argumentos racionales; según la Iglesia católica, el matrimonio canónico sería un sacramento al servicio de la reproducción de la especie: desde su punto de vista, el matrimonio civil -un contrato contraído por los cónyuges al margen de los ritos religiosos y de la presencia sacerdotal- hace un uso impropio de ese nombre. Pero si los matrimonios heterosexuales civiles ya ponen en peligro la salvación eterna de los cónyuges, las uniones homosexuales conducen al último círculo del infierno. Además de previsible, el rechazo de la Conferencia Episcopal al proyecto del Gobierno era inevitable: de otro modo los matrimonios homosexuales deberían celebrarse por la iglesia con carácter sacramental.

Sin embargo, otras críticas al anteproyecto no proceden de fundamentalismos religiosos sino que descansan -como ocurre con el reciente dictamen del Consejo de Estado- sobre buenos argumentos jurídicos. La materia del desencuentro no son los objetivos -compartidos- sino las vías elegidas por el Gobierno para alcanzarlos: esto es, la reforma del Código Civil y la apertura a las uniones homosexuales de la institución matrimonial definida por el artículo 32 de la Constitución. Los críticos sostienen que hay otros medios capaces de lograr idénticos fines: el reconocimiento legal de la convivencia estable de personas del mismo sexo basada en el afecto, la remoción de cualquier discriminación fundada en la orientación sexual, el acceso de las parejas homosexuales a un estatus equiparable al matrimonial (tanto para las prestaciones sociales como para los procedimientos de adopción), el amparo jurídico proporcionado por el artículo 32 de la Constitución y la protección frente a la inseguridad jurídica derivado de numerosas regulaciones autonómicas -11 comunidades han legislado ya sobre la materia- sobre uniones de pareja colindantes con la institución matrimonial.

El diferente tratamiento dado a las uniones homosexuales en los países europeos -desde la ley danesa de 1989 hasta la ley holandesa de 2002, que abrió la institución matrimonial a esas parejas, pasando por el pacto civil de solidaridad francés de 1999- muestra la amplia pluralidad de procedimientos idóneos para regular la convivencia de parejas homosexuales y para equipararlas con los matrimonios heterosexuales. El Consejo de Estado analiza -desde la perspectiva de la técnica jurídica y también desde el punto de vista sustantivo- las disfuncionalidades, insuficiencias y efectos perversos del anteproyecto, así como los peligros que implica -por razones de garantía institucional- la extensión del término matrimonio a las uniones homosexuales. El supremo órgano consultivo de la Administración considera igualmente necesario que las innovaciones legislativas sobre esta polémica materia gocen de seguridad jurídica y estén respaldadas por un amplio consenso político y social. En una democracia deliberativa, las razones del derecho deben ser atendidas para evitar que la sinrazón de las discriminaciones pueda volver en el futuro a levantar su fea cabeza.

Eleição dos vogais do Conselho Superior do Ministério Público

A realizar no próximo dia 6 de Janeiro de 2005.
Os respectivos procedimentos podem ser consultados aqui.
Se é magistrado do Ministério Público, não deixe de votar.

Resumo do sistema jurídico americano

A apreender neste "OUTLINE OF THE U.S. LEGAL SYSTEM", por Michael Jay Friedman.

Representação do Estado pelo Ministério Público

Despacho do Procurador-Geral da República, de 3-12-2004:

O Supremo Tribunal de Justiça, em Acórdão proferido a 4 de Fevereiro de 2003, considerou que o Ministério Público necessita para que possa propor uma acção cível em representação do Estado, de fazer prova no processo de autorização ou deliberação do Governo, que lhe outorgue poderes específicos nesse sentido.

Contrariando o entendimento perfilhado pacificamente antes, esta jurisprudência deu origem a que alguns Senhores Magistrados tenham decidido solicitar instruções concretas, mesmo em situações não contempladas naquela jurisprudência, como sejam a contestação de acções, e, inclusivamente, dirigindo-se directamente a membros do Governo.

Afigura-se-nos conveniente uniformizar a prática a seguir neste particular, tendo em conta a natureza orgânica de representação do Estado pelo Ministério Público nos tribunais, e procurando ainda reforçar as melhores condições de relacionamento da Magistratura do Ministério Público com a Administração Pública.

Assim, determino que os Senhores Magistrados e Agentes do Ministério Público observem o seguinte:

1. Quando intervenham em representação do Estado ou de outras entidades públicas, nos termos do artigo 20º do C.P.C., os Magistrados do Ministério Público não devem instaurar quaisquer acções, sem que uma pretensão concreta de intervenção lhes seja previamente formulada pelo departamento competente da Administração.

2. Sempre que, no âmbito daquela norma do C.P.C., o Ministério Público seja citado para contestar, notificado para deduzir oposição, ou notificado de quaisquer decisões judiciais, os respectivos magistrados ou agentes, sem prejuízo da comunicação ao departamento competente, e do eventual pedido de envio dos elementos que se reputem úteis, zelarão pela defesa dos interesses daquelas entidades, pela forma legal e processualmente admissível, sem necessidade de para tanto se munirem de qualquer tomada de posição expressa da dita entidade representada.

3. O que dito fica em nada prejudica a possibilidade de o Sr. Ministro da Justiça, por sua iniciativa, dar instruções de ordem especifica em acções cíveis, a partir do conhecimento que tenha da sua pendência, por intermédio do Procurador-Geral da República, e nos termos do art.º 80º alínea a) do Estatuto do Ministério Público.

4. Quando existam divergências entre as posições que os Srs. Magistrados entendam dever assumir e as pretensões defendidas pelas entidades representadas pelo Ministério Público, deverá a situação ser sujeita a apreciação hierárquica.

5. Para os efeitos do número anterior, tal como para as situações a que se refere o art.º 80º alíneas a) e b) do Estatuto do Ministério Público, os Srs. Magistrados remeterão ao superior hierárquico respectivo informação em que se pronunciarão sobre as questões suscitadas, juntando cópia das peças processuais.